Y el mundo comenzará de nuevo
PRÓLOGO
No tengo la intención del desafío,
ni la premura por un juego de palabras.
No poseo el concreto de la línea en el poema,
ni la lucidez de cifras en la aurora.
No merezco un nombre que autorice
la búsqueda universal en primavera,
ni la mentirosa voz en la puerta de mi fuego.
No entiendo el coro de ángeles testigos
en una caída de noches anunciadas,
ni los demenciales silencios
dando el sí en mi costado.
No puedo construir la imagen
a partir del vacío con cerrojo,
ni aplaudir al inventor de la acrobacia
que finge ser bandera.
Para escribir y amar sólo mis manos.
EL CINTURÓN DE ORIÓN
Cuando se sueña
que poco hay para perder.
En la ciudad de los juegos
las noches son estrechas,
los bares siempre están abiertos
y las calles
van formando su propio laberinto.
Las luces intermitentes
impiden reconocer el número
en el que se detendrá
hoy el mundo.
En cada lance, el que apuesta
pierde una parte de su rostro
y el croupier arrastra
en el filo del rastrillo su adicción.
Al amanecer,
jugadores y asesinos
se recogen en sus casas
y nada queda en la memoria,
ni siquiera el fluido azar
que toma forma en las heladas.
EL VIGIA
Adentro del corazón suena la campana.
Alguien que no duerme,
habita el cuerpo de la casa.
Después de agotar los intentos,
el intruso sale a caminar,
invade el terreno de su piel.
No hay una frase para describir la salida,
el paso largo hasta el extremo.
Un ligero ruido,
preciso desborde de la calma.
Al silencio, agregó la palabra.
Esclavo de la víspera,
sentado en un cuarto sin luz
regresa al fondo.
Al espacio que es, no se le abandona.
Ayer, le pertenecía al diferente.
Así vive, compañero de él mismo.
Alquilado por dos.
El que fue,
ya no vuelve,
es fantasma.
El inmortal es el reflejo de los otros
en su rostro.
NACIMIENTO
Pretendemos escalar la sombra que nos dejan
los peldaños del bien y el mal.
Sería un osado aquel que diera la respuesta.
Yo intento escribir un poema.
Y lo hago porque muchas veces,
en el espacio de luz
que atraviesa mi cuerpo,
en esos momentos
que nos pertenecen del todo
que son uno, compactos,
caminé por el mismo bosque
resbalé en las paredes lisas de la cascada
y me convertí en sacrificio en medio de las llamas.
A lo largo de este país,
fui cómplice en las cavernas de la noche.
Participé en la ronda de juegos de los iniciados.
Vomité la rabia y tatué mi espalda con hojas de ortiga,
y ahora, llega el tiempo exacto
donde renuevo cantos de alabanza.
Salgo a la calle con el rostro transparente.
Y me quedo horas en el parque a la espera de la luna.
Sólo ella dejará resbalar por mi pecho
las cenizas.
Y el mundo comenzará de nuevo.
LA AGONÍA DEL JAGUAR
Alcanzaste transparencia en la mirada
y una vida de cristal entrecortado
Un viento alisio calma la pequeña herida
un solo tajo ocupa los silencios
La mujer del bosque sufre contracciones.
En la ventana, una lágrima de Orión.
ALETEO EN EL LUPANAR
En la tierra –vientre-
un montón de amores
El velorio de su piel nace en un adiós
Secreto de alfiler para un solitario encuentro
Retorno a la caída de la luz
donde estrellados yacen los espías del olvido
Mariposa,
acepta ser la esclava de tu propia noche
Levanta a los lisiados de tu vértigo.