Fadir Delgado Acosta

La carne examina sus espinas

 

 

 

 

La carne examina sus espinas

 

Tengo un nudo de arrugas secas

Una cuerda de crisálidas atada al cuello

Extiendo los brazos como alas resquebrajadas

Hay un olor agrio que me cubre

Abro los ojos en el agua que hierve en la cocina

-Es lo único que puedo hacer-

Nada podrá con la jauría que me reventará los párpados

Dejo que las bestias se cuelguen de mis ojos.

 

 

 

Lo que diga está lleno de polvo

 

Debajo de la lengua tengo palabras heridas en combate

Hospitales con sus gasas ahogando la herida

Debajo de mi lengua tengo una legión de escombros

Me he partido los labios por quitar esos restos de piedras

pegados a los dientes

Lo que diga está lleno de polvo

De ciudades en ruinas

Lo que diga tiembla como punto de luz en el agua

será siempre un grito encalambrado

Siempre el domingo apuntándome con su escopeta

Siempre los perros abriendo la tierra para mostrarme sus huesos

Siempre la palabra que se escucha como la explosión de un tiro

Esa misma palabra que cava su tumba dentro de mi boca.

 

 

 

Cielo de soldadura

 

Jugamos a parir hijos de relámpagos

Los contábamos como insectos blancos

Desaparecían y se pegaban hasta volverse babas

Hasta ser luciérnagas sin cristales

Hasta darnos cuenta que sólo habíamos parido cráneos

de antiguos miedos

 

Aun así

dejamos atrás las escamas de la ciudad

La podredumbre de los mares que se le han muerto

 

El camino lo abrimos

Fue una filosa herida que nos cortó las manos

cuando decidimos reventarlo

sacarle las entrañas

y sembrarle una raíz con gusanos de luz

 

Jugamos a comernos nuestros hijos

a cortar alas y tragarlas como cadáveres de hielo

 

Nos hicimos desperdicios de animales

Niños muertos

Perros aguardando un cielo de soldadura

Nos hicimos eternidad

árboles en un charco de luciérnagas.

 

 

 

Hada ciega

 

En la oscuridad alguien dice mi hijo

y la palabra hijo es un puño de espinas que se abre en la garganta

Abre la boca

ábrela bien

y vuelve a decir mi hijo

porque la palabra es agua que comienza a ahogarte los pies

 

Escarba el agua

quítate el cansancio del viaje pegado al cuerpo

y vuelve a decir mi hijo

mira que hijo no es cualquier filo

cualquier cuchillo

con él podrías cortar un relámpago

cortarme un relámpago

cortarle los ojos a un hada

 

Te lo pido:

 

Regálame el hada ciega

Pónmela en el pecho

No me digas de qué especie es

No me llames hada

No me digas el nombre de un pájaro

No clasifiques el vuelo

 

Déjame el hada

Pero llévate a tu hijo

Antes que la palabra te ahogue

Antes que sea cualquier filo

y no cortes nada con él

 

Llévate la palabra hijo

 

Ponle el nombre de un pájaro

Clasifícale el vuelo

Pero llévatela

 

Te lo pido:

 

Regálame el hada

Pónmela en el pecho

 

Hada ciega

 

Te lo pido:

 

En esta oscuridad

préstame tus ojos.

 

 

 

La pintura del santo

 

Hay un niño que llora bajo los pies de un hombre

Y una mujer que dice no poder

que no continúa

y rompe un papel

y los trozos de papel se vuelven moscas en el aire

 

El niño ensaliva los tobillos del hombre

El hombre llora con el niño

El llanto lo ensordece todo

La mujer se impone sobre el llanto y le dice que haga lo mismo

con el niño

Que lo rompa igual que al papel

Que lo vuelva mosca en el aire

 

El hombre se hace oscuridad

Es la pintura de un santo con un niño amarrado a sus tobillos

La mujer intenta ponerle un nombre

Buscarle un lugar en alguna iglesia

El hombre se paraliza bajo un marco amarillo

La mujer se aleja y ve que el hombre envejece

que la pintura envejece

se hace condena

hilo de tinta

de fiebre

Un dibujo de agua le crece en la cara

Ni siquiera logra ser lágrima

Y no necesita de iglesias

Es la pintura de un santo con el llanto de un niño bajo sus pies.

 

 

 

Fiesta de náufragos

 

Encierra los ojos en el hueco de sus manos

Algas colgando de su pecho

Pasa una fiesta de náufragos: Llevan los ojos hinchados de luz

Esquirlas de piedras entre las uñas

 

Escucha el auxilio del agua en la cabeza del ahogado

 

Ve la herida abierta

la tierra llena de piel

y la sangre del cuerpo en

el filo de un cuchillo.

 

 

 

El hielo y la carne

 

Nada se puede hacer con la herida que grita en el centro de la cama

la que asfixio

y llevo hasta la sala como el cuerpo muerto de un recién nacido

que solo puede llorar por un solo ojo

porque el otro se hizo piedra por mirar de frente el fuego de la soldadura

por mirar el precipicio que se funde en la mitad de los metales

La gota de agua en la cocina tiene un filo que corta el aire

-las raíces de hielo que se arrancan de la nevera

la carne que se agrieta en el frío-

Podría también cortar la garganta

Así la sangre lavaría la mugre de los platos

El horizonte de grasa que se forma en las paredes

 

 

 

El último gesto del pez

 

¿Y quién eres?

El último gesto del pez

Una silaba que nadie usa

Las sobras de un abrazo

Un circo con ciegos trapecistas

La mueca del payaso

Un calendario de cuerda

Un puñado de alfileres

Una jaula para hormigas amarillas

Un pez que llegó a morir lejos del mar

¿Y tú quién eres?

El mar que vino a ver cómo mueren sus peces.

 

 

Fadir Delgado Acosta Escritora de Colombia, residente en Costa Rica. Autora de los libros: La Casa de Hierro, El último gesto del pez, Lo que diga ... LEER MÁS DEL AUTOR