Irina Pino

Los que no llegaron

 

 

 

LA BOFETADA

 

A mi padre

 

Los ojos de mi padre buscaban descifrar el enigma.

Todos los días de la escuela

eran otros días

otras horas arrancadas al tiempo

a la llovizna.

Escuchaba las voces lejanas

mis pies dolían en el asfalto

las piedras siempre buscaban

una morada en mis zapatos.

Tal vez con mis alas pequeñas

podría alejarme

escapar por los bordes del círculo

tocar el agua con mis pupilas.

 

La mano gris de mi padre

la mano de los cantos

la mano blanca

golpeó

escupió

pero mi cara no escuchaba

mi cara era oscura

hecha de alambre y frío.

Mi cara era un espejo cubierto.

mi cara no quiso hablar.

(De Los signos y los cantos)

 

 

 

ESCUCHANDO A BILLIE HOLIDAY

 

Enciendo un cigarro

dos cojines me sostienen la cabeza

mi cuerpo flácido

aplastado y roto

duerme olvidado en otra cara.

 

Con los ojos recorro el humo

las paredes

las palabras…

mientras la tarde alarga sus formas

apacigua

los círculos dorados del hastío.

Todo se hace menos sólido

hasta las mariposas acuden a esta ventana.

 

¿Sospechará Billie Holliday

que alguien se inventó este momento?

Para luego seguir la misma ruta de soledad

apagar silenciosamente el cigarro

y pensar que nada sucedió.

(De Los signos y los cantos)

 

 

 

LOS QUE NO LLEGARON

 

Aquellos niños se perdieron en un  bosque negro

venían con sus manitas en gesto de invocación

con los pies torcidos

y los cabellos mojados por la placenta y el desamor.

 

Los echaron en una cubeta fría

tiritando y con miedo.

Pero tal vez los niños se han quedado

y nos sonríen

ellos no saben de despojos ni de culpas.

(Inédito)

 

 

 

RITUAL

 

Mi madre corta los tomates

las rodajas caen en la mesa

sumisas y sin frescura.

El cuchillo tiene manchas rojas y amarillas

está mellado por los bordes.

Mi padre la mira desde el sillón

tiene los ojos de un pájaro

pero sus piernas

como trozos de leña

lo mantienen lejos.

 

En la vieja casa las paredes y los techos mudan la piel

el paisaje y el aire pasan con sus alas

la ventana permanece cerrada

el ladrillo inmutable no ve el sol.

A las siete se friegan los platos

la loza imperfecta se coloca y se olvida

duermen las palabras

ya no danzan como antes.

La noche ciñe a mi madre

mi madre arropa a mi padre

la ventana se sumerge

el cuchillo descansa.

(Inédito)

 

 

 

LA ENGAÑOSA NATURALEZA DE LAS COSAS

 

La piel es el espejo que nos hace caer a ese vacío

y comprendemos que la salida del sol

–en realidad–, es por el Oeste.

Hay una mujer mayor detrás de una niña

hay una manzana mordida hasta el hueso

las cuerdas de la guitarra tiemblan

las manos del músico

son el reflejo que lo que va primero.

(De La Isla Escrita)

Irina Pino (La Habana, 1965). Autora de los poemarios Los signos y los cantos (2011), Mientras hago el amor con George Harrison LEER MÁS DEL AUTOR