Elisaveta Bagriana

(1893 – 1991) Su primer libro, La Eterna y Sagrada (Sofia, 1927) trae a la realidad de la literatura búlgara entre las dos guerras mundiales un nuevo universo poético, el universo de un ser humano libre y ansioso por descubrir el mundo y participar en él. Inmediatamente es etiquetado como libro-provocación. Por primera vez en la literatura búlgara a través de su voz poética que se perfila como una de las más interesantes, innovadoras y arriesgadas de la época, la mujer revela con valentía su naturaleza, sus deseos, su imaginación. Su vuelo rompe la inercia de los tópicos, la visión primitiva y bien arraigad hasta hoy día en la sociedad, y se enfrenta con orgullo y deleite a los peligros de la intemperie de la emancipación y las furias desatadas de lo usual. Lo lejano, lo arriesgado, lo desconocido e imprevisible, lo nuevo, lo nunca experimentado, el corazón humano impredecible, atraen su ser y su verso. Incluso los títulos de sus poemarios nombran explícitamente esta pasión: Estrella de Marinero (1932), Corazón Humano (1936). El amor a la existencia, a la vida y la libertad de vivirla en toda su plenitud respiran hondamente en cada una de sus palabras. Su pulso late con el ritmo de los tiempos, ella conoce la embriaguez del vuelo por encima de las nubes (es de las primeras mujeres que experimentan la sensación de volar en un avión) y la insólita hasta entonces velocidad de movimiento en el espacio, el estremecimiento ante el peligro, la premonición de días mecánicos… Y al mismo tiempo es marcada por un aura de feminidad excepcional. A Bagriana le debe la poesía búlgara, entre tantas otras cosas, incluso la introducción del verso libre y el verso blanco. (Zhivka Baltadzhieva)