Presentamos tres textos claves del legendario poeta chileno.
Pablo de Rokha
A la manera de antaño
Gran hogar patriarcal lleno de nidos,
de muérdagos y rémoras felices;
un pan de sal para los días idos
y un pan de mar para los días grises.
La proa afronta contra la ola (heridos),
a los corsarios sobre cien países,
o andamos por la aldea atardecidos
tragando sol o cazando perdices.
Le invade de chacales la retórica,
pero yo echo la orinada histórica
sobre sus catres de metales blandos.
Y aunque toda la horda nos acosa,
medio a medio de los caminos, rosa
de humo y piedra, la tribu está brillando.
El viajero de sí mismo
Voy pisando cadáveres de amantes
y viejas tumbas llenas de pasado,
cubierto con cabello horripilante
del gran sepulcro universal tragado.
Acumulo mi yo exorbitante
y mi ilusión de Dios ensangrentado,
pues soy un espectáculo clamante
y un macho-santo ya desorbitado.
Mi amor te muerde como un perro de oro,
pero te exhibe en sus ancas de oro.
Winétt, como una flor de extranjería.
Porque sin ti no hubiera descubierto
como una jarra de agua en el desierto
la mina antigua de mi poesía.
Aventurero
Oriente de cobre duro, fino y ensangrentado,
de tiempo a tiempo
tendido
de mundo a mundo.
¡Voluntad!
Soy el hombre de la danza oscura
y el ataúd de canciones degolladas;
el automovilista lluvioso,
sonriente de horrores, gobernando
la bestia ruidosa;
el tallador en piedra de catedrales hundidas:
el bailarín matemático y lúgubre.
coronado de rosas de equilibrio;
el vendedor de abismos, trágico,
de cabellera de ciudades
y un canto enorme en la capa raída.
Tren nocturno
con ]as hojas marchitas y un vientre humoso.
¡Ay! cómo aúllan en la tierra cóncava y madura
mis leones muertos…
Voy de estrella en estrella
acariciándole los pechos violados a las guitarras.
con mi mano única;
¡oh! jugador,
agarro mi gran rueda de espanto,
despernancada,
y la arrojo contra las estrellas,
arriba del cielo, más arriba del cielo
que no existe.
Y suelo estarme cuatro y cinco mil lunarios,
como un idiota yiejo,
jugando con bolitas de tristeza,
jugando con bolitas de locura
que hago yo mismo manoseando la soledad;
entonces me río,
con mis 33 dientes,
entonces me río,
entonces me río,
con la risa quebrada de las motocicletas,
colgado de la cola del mundo.
La campana negra del sexo
toca a ánimas adentro de mi melancolía,
y una mujer múltiple y una
múltiple y una
como un triángulo de setenta lados y muchos claveles.
se desnuda multiplicando las heridas
sobre mis mundos quemantes y llenos de senos de mujeres estupefactas.