La silla en el mar
De La silla en el mar
Peisa, 2016
VISITANTES
―Nevermore!
―Preferiría no hacerlo.
oscuros visitantes
habitaciones u oficinas visitadas
suaves viudos, mustios
abogados visitados
puertas abiertas
a la noche
o en horario corrido
y ya se instala
(malas noticias)
un agujero negro
volando
inmóvil.
MEDITACIONES
Norte
para su aguja envenenada,
yo.
¿Por qué no persigue arcones con monedas
como todos los cojos mancos tuertos que salen debajo
de las olas blasfemando
por qué ballena por qué va llena su cabeza de odio contra mí
por una verga una vela una cuerda una pierna?
una encantada pierna que vería danzar si mirase bien
por mi piel de vidrio / ni dragón ni cocodrilo
lágrimas que escupo al cielo no son fuegos
y no busca en mí como otros el breve aceite
que se acaba en lámparas para ojos
que se acaban
tampoco lo demora el abismo entre ballena
y cachalote
dos montones de lo mismo para él
ya podría ser nube
ya podría ser amor
tanta furia
el mismo delirio idéntica devoción
preservada en fuego inmaculada rectilínea
un himno todo un clamor su sombra tras mi sombra
un beso de hierro su arpón ¿un ancla?
y la cuerda el cabo el bramante que ata o cose su corazón
al mío como novio a novia
mi color vacío lo perturba
el color de Dios
que soy
que debo ser
para justificar sus días
océano tras océano
hasta el último
que guardaré en mi seno
porque así hace un dios
antes de hundirse
con su triste criatura
un dios nada
como yo
por aquí
nada por allá
tampoco.
LICENCIAS LITERARIAS (GRAVES)
Por qué suponer que bajo las olas venció la ballena
ahogado el capitán
por qué no imaginar que el capitán alcanzó allí o despejó allí
―destello de luz blanquísima―
el meollo del monstruo el valor de X
y saltó de las aguas con el sombrero en la mano:
Llamadme Ahab, lo hice.
Por qué no imaginar que ambos sobrevivieron
cubriendo heridas con vueltas varias de paz exhausta
y que la ballena aceptó llevar a Ahab en su vientre
(instantáneas de melodrama: la piernita restituida
sus primeros pasos
y avanzando ella misma madre plancha a vapor
sobre un mar de camisas)
Por qué no creer que se marcharon piano piano
de cola y su pianista a otra parte con su historia
en otros libros otros nombres Nautilus por ejemplo
la acerada ballena continente Nemo el contenido capitán
(enfundado
aherrojado todo en tal chaqueta blanca de fantasma o loco)
juntos perseguidos persiguiendo juntos
hartamente saben ellos lo que es eso
démosles licencias (todas) y naveguen días
más largos que los tres de Jonás que fueron
solo noches retumbando en los pasillos
o dejémoslos por fin en una costa melancólica:
Ahab el indetenible devenido
en el detenido Bartleby
que mira sin amor sin odio si es que mira
una cosa inmensa
y blanca
en su ventana
una pared o el alba
allí varada.
De Ventana de dos hojas
(inédito)
Los pastos altos
los árboles a su aire
podadoras
rastrillos
se amontonan
bajo las hojas.
Los perros ladran
a las hojas que caen
a las nubes que pasan
las bicicletas aparcadas
sonríen.
Un movimiento de alas
y el ave se alejó
también tú
semanas años
siglos atrás
alzando
los hombros.
hasta hoy.
El tordo entró a mi casa
voló entre cuadros y estantes
y se fue
le dejé en la terraza granos de arroz
y la lluvia de la noche
allí está
con su patita recogida
desayunando
mientras leo un libro
y tomo café
viejos amigos
en el día que empieza.
De Tablillas de San Lázaro
Fondo editorial PUCP, 2001 y
Paracaídas, 2020
EL DESIERTO DE OREM
avanzan sobre mí largos hombres y cabras
pero no es a mí a quien buscan
soy el desierto
el mundo rueda en otra parte
los anillos del agua ciñen la frente
de los que me vencieron
la sombra embellece los hombros
de los que me sobrepasaron
¿debo oír sus gritos?
¿debo saber que celebran?
¿ver cómo se sacuden de mí,
cómo me separan de sus vestidos y cabellos
me arrojan de sus sandalias
me enjuagan de su boca?
soy el desierto / el nunca amado / el rey de palos
nada que pueda crecer comenzaría en mis brazos
sólo silencio y en partes
estrictamente medidas y acordadas
estoy maldito
el sol es una señal oscura entre mis ojos
y quienes me tocan bajan los suyos
aprietan los dientes
la vara del viento desordena mi rostro
apenas entrevisto
pierde mis pasos recién comenzados
entonces dicen que huyo
que me oculto entre muchas formas
yo que quise ser siempre uno y el mismo
no conozco la paz de un gesto definitivo
como el mar
no acierto a reclinar el peso de mi cráneo
a hincar mis piernas incendiadas
voy y vengo en la mano del viento
y no lo amo
mi voluntad es la suya
como suyos son la voluntad del mar
sus amargos colmillos
sus turbios juramentos
oh yo el sin dientes
el impoluto
amo el agua que no puedo poseer
si le acercara mi densa boca / mi pellejo exasperado
no sería el agua más
sería yo mismo
y no quiero llorar abrazado a mí mismo
no soy el más caro de los trofeos
me contento con observar su prisa desde la orilla
con saber que sonríe porque no me conoce
con oír cómo canta en brazos de mis enemigos
como un anacoreta
cerqué con cilicios el inútil territorio del deseo
angosté mis carnes sobre las puntas de las piedras
abrasé mis ojos, mastiqué arena
bendije la estaca en mi costado
soy el desierto
no habito el corazón de los hombres
si acaso
el viento bate mis arenas dentro del pecho de los que se alejan,
los solos, los que nada tienen que ofrecer en los mercados
ni levantan casas ni enjaezan caballos,
los oscuros, los que afilan sus dagas,
los que caminan pegados a los muros,
los que escupen de lado, los parias,
los que no pueden cantar
soy el desierto y me llevan consigo
quienes cierran el puño sobre el pecho
ahí donde más les dolía
y me encuentran
me alaban con distintos nombres:
bendito sereno olvido descanso
y a todos hago eco oh sí
como las tumbas
pero en ninguno me reconozco
sólo el nombre de amor me alcanza
cuando empiezo a huir entre sus dedos
como un lento leve imposible rostro
soy el desierto
y te he traído hasta aquí / al filo de los pastos
desmóntame
di que me viste clamar desnudo entre las piedras
y entre las zarzas arder sin consumirme
o no digas nada
sacúdete los pies
celebra al agua