Juan Liscano

Marea viva

 

 

 

 

 

Marea viva

 

Como la ola pero no como la mar inacabable

como la ola solamente que nace y se derrumba

como la ola que muere de su propio impulso

que se expande rugiente y se estrella espumea destella

hasta abolirse en la ribera o regresar a su origen

como la ola que es un temblor del tiempo

tú y yo sobre la playa

 

frente a las olas

en el tiempo que nos destruye y nos repite.

 

Más tarde

 

después

 

cuando no estemos

¿verán otros ojo este mismo movimiento

con los ojos de quienes lo contemplamos ahora?

¿podremos asomarnos a aquella mirada?

¿tendrá la nostalgia en otros labios

 

sabor a salitre

como ahora la tiene en tus labios?

¿Despedirán las aguas descendentes

este profundo macerado olor sulfuroso

levemente carnal y carnívoro

que evoca despojos de líquenes de algas de mariscos?

si así fuese: ¿los sabrán nuestros polvos

 

lo sabrá nuestra muerte?

 

Desde lo profundo del otoño marino

te invito a subir hacia el día futuro clarísimo

en que alguna pareja enlazada

 

semejante a la nuestra

al contemplar las olas que rompen destellan espumean se abolen

pensará en la muerte uniforme general

pensará en la suya y en quienes más tarde

podrán perpetuar la mirada con que se aman ahora

la mirada con que también ven moverse las olas

en el tiempo sien duración que las repite y las destruye.

 

Acaso sientan ellos entonces vivir su eternidad.

Acaso la sentirán como si fuera el firmamento

acaso empiecen a ascender hacia su nebulosa

como las aguas vivas del mar en tiempos de equinoccio.

 

 

 

 

Situación

 

A Rafael Cadenas

 

Se hizo tarde.

La lucidez protege

de la desolación.

Se hizo tarde

para emprender el viaje

hacia el conocimiento liberador.

Somos siervos

de los artificios inventados

por nosotros mismos.

Siervos de máquinas,

de imágenes sustitutivas

del mundo,

de raudales energéticos hurtados

al cosmos.

Nos infecta el afán de poder,

el ansia de dominar

sin merecimiento.

Sin embargo… a veces…

se oyen llamadas truncas,

ecos de grandes luces,

anuncios de desgarraduras celestes.

Adviene la nostalgia inexplicable

de lo perdido sin haberlo tenido,

de lo nunca vivido.

La multiplicidad ahoga.

Se pertenece a la multitud,

a lo relativo, a lo virtual,

a lo ilusorio.

Sin embargo…

se escucha, de pronto,

fluir en uno mismo el manantial secreto,

se respira un súbito perfume,

se aprende, mirando las olas,

la fuerza de alzarse, de romper

y volver a levantarse intacto.

¡Buscar la piedra ardiente,

seguir el árbol caminante,

cantar a las torres del viento

llenándose de los helechos colgantes!

Pero

¿no será muy tarde?

 

 

 

 

Pareja sin historia

 

Se acarician. Se bastan.

Están colmados por ellos mismos

colmados por la sed sensual del otro.

 

Se conocieron ayer:

llevan siglos de parecerse

de abrazarse en las paredes siempre únicas

de reconocerse en todos los lugares

donde el sueño esconde su tesoro

donde la dicha deja a la nostalgia

donde nunca estuvieron

donde están.

 

Aroma de piel ramajes íntima penumbra

labios que besan por la herida

rostro asomado al secreto del rostro que lo refleja

palabras que se derriten por los dedos

semejanzas descubiertas con delicia

apetencias de olvido y de sabores no probados

mientras se inventan paraísos sin castigo

y se cuentan a tientas el alma

mientras asumen el destino de las frutas

y la vida fulgura en ellos

con sus “siempre” y sus “nunca” efímeros

con sus “primera vez” repetido hasta el final

con sus partes confundidas cual miembros que el amor enlaza.

 

Hasta ellos no alcanza el rumor de la urbe

o será más bien que no lo oyen

que lo cubre el susurro con que se aman

que lo dispersa el soplo que se dan.

 

Se huelen se gustan se desean.

La libertad que encuentran los deslumbra.

Ascienden en una isla espacial entre los astros.

Pareja sin Historia

pareja constelada.

 

Se miran a sí mismos en el otro.

Ella aparece abierta impúdica ojerosa tremulante

él: enhiesto obsceno avisor posesivo

ella: contráctil húmeda gimiente umbría

él: herido llameante solar fulminado.

¡Cuánto abandono momentáneo!¡Cuánto triunfo!

Pueden equivocarse gozosamente

confundir las imágenes del deseo espejado

fundir los sabores de sus bocas

perderse juntos en el placer del otro

fluir de manantiales en arroyos

de arroyos en raudales de raudales en ríos

hasta el mar hasta volcarse en la unidad del origen

en el espacio pletórico y vibrante

donde cada movimiento se transmite de polo a polo

donde flotarán donde están flotando

como dos hipocampos entregados al rito nupcial.

 

Aflojan las redes y los nudos milenarios

arrojan de sí el pasado las cáscaras los trapos

viento propicio borra las huellas mezcla arenas y estrellas

le dan la espalda a la memoria hueca

para ser cresta de una ola

para ser cresta espuma sortilegio

cielo de mar espacio palpitante que rompe en sales

y en la cresta de esa ola de caballos tornasolados

que recorre de punta a punta el tiempo como una playa

me arrojo contigo!

¡la corro contigo hasta el final del día!

¡sobre su filo tú y yo somos jabalina y destello!

¡vivan este esfuerzo estos besos esta presencia única!

¡vivan este júbilo del mar los cuerpos aparejados!

¡nuestro almizcle que huele a marisco y a gato montés!

¡el relámpago en que nos dormimos juntos!

 

 

 

 

Niño

 

A Reinaldo Pérez Só

 

Inmóviles mujeres vegetales

en torno al lecho

mueven sus grandes abanicos.

El niño mira el mapa

del muro empapelado,

cuenta una y otra vez las vigas

hasta confundirse,

hasta perderse y quedarse dormido

entre las húmedas sábanas de su fiebre.

Hojas flabeladas, laciniadas.

Seis palmeras para el juego

y las enfermedades

suscitan presencias

de vainas caídas, canoas

para las aventuras marítimas;

esbeltos talles anillados,

altas serpientes

erguidas en la selva.

Oleaje del patio bajo las palmas,

mar de baldosas hasta donde llega

el olor de fiera y hormiguero

de las selvas nubladas.

La desaparecida casa resurge, entera,

en cualquier parte del recuerdo.

 

 

 

 

Reflexión

 

Detrás de la máscara

de rey de las piraterías

está el espejo

y también está detrás de la máscara

del seductor

que añeja su adolescencia

y tras de las abigarradas máscaras

rutinarias

las del héroe

la víctima

el estoico

el justo

Entonces

aparece a la intemperie

la seca reflexión de su cara

en el espejo de su sombra.

Juan Liscano (Venezuela, 1915 - 2001). Fue un poeta, escritor, ensayista, editor e intelectual venezolano, de gran influencia cultural a mediados y final ... LEER MÁS DEL AUTOR