Giovanni Parrini

Mi alma dividida

 

 

(Traducción al español de Emilio Coco)

 

 

 

Para vivir ese juego nunca olvidado

estoy aquí, hoy, rendido a una invitación antigua

subo el cubo, chirría la polea

hay olor a musgo

abuela asomada conmigo que dice vamos, ¡está listo!

el eco el mismo, si pruebo

a batir las manos

sin embargo la casa ya no está y abuela me abraza en una foto

tiene los ojos buenos

yo, entre la sonrisa y la melancolía

en el marco barroco de la glicinia y del melocotonero

que se derriten en el rojo de la tarde.

 

 

*

 

Mi alma dividida

según las veces, recompuesta y perdida

eres por fin una

en esta luz adulta

¿o es ilusión

como era aquel reflejo lactescente

que se estriaba a lo largo de la pared del pozo?

Te escuchaba con una adolescente inconsciencia

era aquel que no supo nunca volverse distinto

y en el fondo del agua negra ve un rostro que espera

lo llama por nombre

y lo confía al futuro

que es este, que las campanas repicando liberan en el cielo despejado.

 

 

*

 

Vuelvo ante tu fuerza encendida por el mistral

aplacada por la bonanza

entre los guijarros, que un hado azul verdoso alisa,

me pongo a escogerlos, hace falta pericia

para hacerlos rebotar tienen que ser llanos

ligeros, pulidos, lo suficiente

no demasiado grandes

lanzo uno, planea muy bien

llega muy lejos, reduce la velocidad

rebota una vez más

se hunde

por último, hay muy poco que añadir

la fantasía mucha, menos que entonces

la playa está vacía alguna barca espera

la piedra es sólo una piedra

no tiene en su peso el rebote fantástico, esa ciencia pueril

queriendo que llegara adonde dormía el sol.

 

 

*

 

En este giro de plomo y de pluma

nadie tal vez muere de veras

atraído y rechazado

por otros tan distintos

pero idénticos en el hilo que se nos desliza de las manos quemándose

y no tiene cabos

en un donde, en una hora cualquiera

vamos, ardientes o apagados

indiferentemente

y nos lava la mente

un despertar que sabe que van juntos, al fin, estas huellas

son tan solo una, estas fechas

después de la noche, que les había dispersado.

 

 

*

 

Era un plátano enorme, discutieron mucho alrededor

del tronco, proceder con las excavaciones, hacer el firme,

tender cables y asfalto.

Le faltó poco para abatirlo, empezando por

las ramas grandes y yo lo miraba. Dejaron un muñón,

doloroso de savias.

En el flujo de las máquinas

hay un chorro mínimo y poderoso

que es como si pidiera ser visto

anhela una atención

capaz de desviar estas filas

de quitar peso a este peso sombrío de asfalto e indiferencia.

 

 

*

 

Están en la terraza

Están muy abrazados  y los enmarca alguna

rosa y los convólvulos ella con el traje gris, él con el

suéter.

Dormimos bien juntos –se lo decían a todos–

luego apagamos la luz pero queda, mucha, en sueños

cuando nos preparamos para el mañana

nos acompañan los sonidos que nos gustan

incluso si hay cansancio

pero no triunfa

sabe que nos tomamos de la mano

y si caemos no lo vamos a sentir, el golpe

será por aquella caricia

que nos intercambiamos antes de dormir.

 

Giovanni Parrini Nació en Florencia, donde vive y trabaja. Ha publicado los siguientes libros de poesía: Nel viaggio (Lietocolle, Faloppio, 2006) ... LEER MÁS DEL AUTOR