Los días y los días y los días
[Extraído de El árbol del lenguaje. Sobre la poesía de Julio Cortázar
(Visor, Biblioteca Filológica Hispánica, 2021) de Andrés García Cerdán]
“Los días y los días y los días”
-Julio Cortázar-
“Yo soy de hoy y de ayer -dijo Zaratustra-; pero en mí hay algo de mañana,
de pasado mañana y de lo por venir.”
–Friedrich Nietzsche–
El poeta habla de sí mismo
El sauce junto al curso del arroyo
sabe la fuga trémula del agua.
Y desde las raíces, sordamente,
alza un temblor de remos imposibles
hasta las verdes velas de su copa.
¡Abandonada embarcación sin tiempo!
El agua fluye, el agua fluye y canta,
a veces una mano de tormenta
baja en delirio y rueda entre las hojas,
y el árbol cede y se desgaja en algo
súbitamente ajeno y ya dichoso.
¿Qué sombra lo recorre en vez de linfa,
cítara silenciosa de la tarde?
Lo dado y lo perdido cobran vida,
cada nido de pájaro es un cuenco,
las hojas secas danzan a la orilla
del tiempo en que él se queda, siempre el sauce,
el sauce junto al curso del arroyo,
eternidad sombría contemplando
irse el agua en su vena rumorosa
a las fiestas del junco y los molinos. (2005: 610-611)
En radiante analogía Cortázar habla de sí mismo. Lo hace desde la contemplación del sauce que crece junto al arroyo, el sauce de las raíces fluidas que se hincan en el subsuelo, el sauce del temblor imposible de las ramas que tienden al cielo, el sauce que, desde el oasis de una “embarcación sin tiempo”, es contemplación del agua y la existencia en busca de otros destinos, de otras fiestas. El sauce, erguido junto al cauce del arroyo, junto a la historia. Sus hojas secas y sus palabras en una danza en que se concilian eternidad e instante.
El destino de Cortázar es un destino de poeta, el destino de un hombre que se esforzó en ser poeta, que hizo suyas las palabras de “Autobiography” de W. B. Yeats:
“-and I am melancholy because
I have not made more and
better verses”[1].
Daniel Mesa Gancedo, siguiendo a Gianni Vattimo, ha sintetizado las aportaciones de Cortázar como un ejemplo singular de una tendencia de evolución en el arte literario moderno: el debate entre la asunción consciente del impulso irracional y la constante reflexión sobre sí mismo. Un desarrollo diacrónico mostrará de forma coherente las transformaciones que se operan en su práctica poética desde el prisma de los acontecimientos sociales y estéticos de que es testigo o adelantado. Por lo demás, en el argentino la meditación sobre la escritura se inicia con la publicación en la revista “Huella” de un revelador artículo, “Rimbaud”, ya en 1941, y se prolonga a lo largo de toda su obra con una profundidad sólo comparable en las letras latinoamericanas a los ensayos de Octavio Paz, las inquisiciones de Jorge Luis Borges y la reflexión ceñuda de Ernesto Sábato[2]. Podría decirse sin temor a errar que fantasía, reflexión y poética se funden en el mundo permeable de la escritura cortazariana. La creación suscita una teoría estética, en un proceso que se retroalimenta y que tiene como fin la disquisición de los límites de la realidad y el cuestionamiento de la poesía como entidad reveladora de la integridad humana.
En Último round declara nuestro poeta su intención no discursiva de “hacer del hombre el laboratorio central de donde alguna vez saldrá lo definitivamente humano” (1974:54). Apreciamos aquí una inicial diferencia respecto a los poetas “puros”, que sólo se ciñen al lenguaje como laboratorio central de la poética. En Cortázar la reflexión sobre el lenguaje cobrará dimensiones estratosféricas como preocupación esencial de su obra. La fusión de elementos éticos y estéticos ocurrirá espontáneamente en la práctica totalidad de sus libros: Rayuela, Los premios, El perseguidor, La vuelta al día en ochenta mundos, Último round, Prosa del observatorio, Pameos y meopas, los estudios de la Obra crítica, etc. Morelli, en Rayuela, lo expresa con rotundidad:
“Sólo hay una belleza que todavía puede darme acceso [a una realidad absoluta y satisfactoria]: aquella que es un fin y no un medio, y que lo es porque su creador ha identificado en sí mismo su sentido de la condición humana con su sentido de la condición de artista.” (1994: 653)
La belleza es un fin en tanto el poeta reconoce la conciliación troncal entre su condición humana y su condición artística. Esta “identificación” la encontramos ya en las fuentes y las afiliaciones de su mundo poético. En principio, podemos dirigir nuestra lectura al romanticismo, cuya ambición estética y vital tutela toda su obra.[3] La poesía del argentino se sustenta en una voluntad de posesión ontológica y se traduce en una búsqueda plural del yo, del otro, del centro, de un lenguaje “adánico”, del más allá, con un constante trasfondo mítico: el hombre nuevo. Esa inquisitiva voluntad de inauguración convivirá con un inconformismo radical, que convierte a Cortázar –en palabras de Scholz- en “l’homme revolté” que caracteriza el arte contemporáneo. [4]
Es el inconformismo que alienta en el fondo de cualquier “utopía” que pretenda ser crítica. Ernesto González Bermejo, que entrevistará varias veces a Cortázar, habla para él de “literatura de provocación” y de “tentativa de poner al hombre frente a sus límites, una apelación que nos hace ser más seres humanos” (1978:8). Para este crítico, las ideas cortazarianas sobre el hombre y la poesía lo presentarán como “creador insatisfecho y perseverante, siempre derrotado y otra vez sobre sus pies, fiel a una sola consigna: no ser siempre el mismo” (1978: 8).
El fragmento III de “GRÈCE, GRECIA, GREECE 59” puede ser un hermoso ejemplo de lo que decimos.
Las leonas de Delos
No sé qué es la belleza; esto es hermoso,
la lenta mordedura de la rosa en el tiempo. Sol de Delos
con ceñidor de kinesiólogo: a tirarse gritando en lo desnudo, a abrir
cada ventana sobre la carne libre, entre las leonas,
su exasperante guardia de arpías agoreras
y al pie el puerto romano, los baños polvorientos y las ranas
trizando hasta la náusea el fondo de la fuente de Meroé.
(De noche el miedo, una linterna equívoca, columnas,
let’s go back now, it’s getting late. Ever heard about the Panic horror?
They’ll have it that some prowling shape
Starts looking for a prey at midnight, and -Merci, je fume des blondes,
Vous savez, c’est plus doux, et puis, l’humidité des lieux sacré…
C’est connu. Let’s go back for a drink. Not bad, the local stuff.
Te he buscado en la cima, en tu cuna de altura,
rubio señor del día, sabiendo que no estabas.
Contador Geiger: radioactividad, 40. (Tres aviones a chorro
Pasan sobre Andros, Tinos, Paros, Hydra, Míkonos,
Santorín, Cabo Súnion. Tres aviones, un vuelo
de reconocimiento. Ningún dios, todos muertos, nada que señalar.)
Así, de Leto abriéndose en la cima con su dolor radiante entre los muslos,
¿no quedarán las huellas en esta tierra roja,
en el silencio donde raspa un grillo,
en el bruñido mar del mediodía?
Como un rechazo de la tierra seca, oh no te vayas,
como un puño de mármol en la cara, ávida boca eterna,
dialéctica de Delos: Huye, quédate,
no hay dioses, todo es triste alfarería
y una playa mediocre, la resina en el vino, un perro
aullando en la veranda (las postales, dos dracmas, en la sala),
¿qué es este ritmo de altas nubes rotas,
el negro mar temblando en las columnas,
la procesión perfecta del vacío?
Máscara de isla, hueco tambor quemándose: no te vayas, viajero,
Reconóceme, encuéntrame, I was a God, a radiant King,
Golden Apollo! (2005: 212-213)
La volubilidad y la capacidad de reinvención dan como fruto las mejores páginas y los mejores poemas del argentino. Así, el poeta cortazariano se define como revolucionario en el sentido más amplio de esa palabra: una revolución ontológica, una revolución superreal, una revolución lingüística. Su actitud será molesta y subversiva para un público acomodaticio, anestesiado, adocenado. En Imagen de John Keats habla de la condición de testigo incómodo en un mundo “acostumbrado” que el verdadero poeta exhibe.
“Lo desagradable del poeta no está en que lleve el corazón peinado de otra manera que los demás, sino en que es siempre un testigo […] que no dice nada contra usted, pero usted sabe que desde que escribió su primera línea, desde que dejó caer la primera palabra del primer poema, ese individuo está testimoniando contra usted, contra la parte de usted que es ciudad, que es fin de semana, que es una marca de auto, que es la costumbre de leer el Reader’s Digest, que es su manfutismo, que es su escapismo, que es su argentinismo o su salvadoreñismo o su neoyorquismo. El tipo es desagradable porque nunca habla de usted, […]
simplemente se ocupa de sustancias confusas, inventa nomenclaturas, un día es una urna griega, otro día son las tierras baldías, después se las toma con las lesbianas o se queja porque nadie lo escucha bajo las jerarquías de los ángeles, dejándolo de lado a usted.” (2005: 886-887)
La crítica vinculará razonablemente la poética cortazariana con la “tradición de la ruptura” preconizada por Octavio Paz. El nuestro es un universo de signos, un universo de “sustancias confusas”. El lenguaje se ofrece como creador de un mundo nuevo y como lugar desde el que se efectúa la transgresión de los límites. La revolución cortazariana será una revolución doble, de doble filo. Esa vertiente combativa se presiente en los entresijos del poema, que sobre sí mismo se vuelve, que conlleva una búsqueda y quizá un encuentro en ese combate con la palabra. Es la tensión entre musa y escriba la que finalmente dicta el poema. Desde Graciela de Sola a Jaime Alazraki, los críticos han estado atentos al metalenguaje, la reflexión metapoética y la intertextualidad presentes en la obra de Cortázar y los contextos de producción de una obra maravillosa. Los últimos estudios sobre productividad semiótica se traducen en la revelación del alcance metapoético de esta obra, un alcance que es confrontación antisistemática.
“To love words, confiesa Crosson, pero no son las palabras sino sus <similitudes amigas> (Valéry), sus imantaciones armónicas o rítmicas, esa música tan peligrosa pero que en su hora justa arranca lo verbal de una supuesta servidumbre significante y lo potencia a lo metalingüístico.” (2005: 261)
¿Pero es Cortázar poeta? Para el público lector Cortázar es el argentino que escribió Rayuela en París y un actor de primer orden en la explosión de la narrativa hispanoamericana del siglo XX. Es muy conocido y recordado como cuentista y como padre de los cronopios. En principio, cualquier lector avisado percibe las aguas, la pulsión, los impulsos poéticos que recorren su obra narrativa. Hay en su forma de contar un acicate lírico, de amplias y sugestivas músicas y de un intenso componente connotativo. Él mismo reconoce en la figura del escritor la coexistencia del poeta, el ficcionante, el imaginante, el delirante, el oráculo. Ser escritor es una categoría que trasciende los usuales límites artísticos y las parcelaciones genéricas. Su proyecto es tan profundo que la presencia de la poesía ha de ser considerada raíz de su encanto y su golpe creadores.
En el Altazor de Vicente Huidobro halla Cortázar “Un buen programa” para sí mismo:
“Poeta
Antipoeta
Culto
Anticulto
Animal metafísico cargado de congojas
Animal espontáneo sangrando sus problemas” (2005: 120)
Su consideración de la poesía será cualquier cosa menos unívoca, menos lineal. Le confiere además un alcance que apenas observan sus cuentos o sus novelas. El propio Cortázar declara en distintas oportunidades el valor determinante de la poesía en su vida, con una devoción trenzada de asombro que lo acompañará desde la infancia hasta la muerte. Presencia y Salvo el crepúsculo, primero y último de los libros ordenados por Cortázar, fueron libros de poesía, por lo que podemos hablar del paréntesis inmenso con que lo poético abarca y envuelve su obra total. La poesía es el principio y el fin. Desde la poesía, con la poesía y hacia la poesía es comprensible la forja de la literatura cortazariana. Los iniciales estímulos poéticos vertebrarán todos los libros que escriba a lo largo de su vida.
En la poesía cifraba Cortázar su “secreto anhelo de inmortalidad” (Noriega, 1993: 111). Como en Edgar Allan Poe y en William Butler Yeats, en el argentino existe esa nostalgia apasionada de que su obra no sea “en definitiva una obra exclusivamente poética”[5] y la desazón de no haber escrito más y mejores versos. La escritura de poesía cumple un papel personal insustituible, con transformaciones notables en su desarrollo. Así, a la redacción durante la infancia de alguna novela, como el propio Cortázar apunta, debe sumarse la producción de poemas, desde el marchamo de la “cursilería romántica” (enamoramientos infantiles, cumpleaños de tías y maestras), que marcará su vivencia infantil de la poesía. Miguel Herráez habla de “sonetos a sus compañeras de colegio”, de “poemas folletinescos, tristes, deudores de esos discursos manidos en los que se entrecruzan nervios estéticos clásicos con punzadas e imágenes de brillo modernista” (2003: 42). Los días del mayo del 68 verán a Cortázar escribiendo en las paredes. Los días de Saignon lo encontrarán bajo el cielo escribiendo versos.
Notas
1.Estas palabras introducen los “Cinco poemas para Cris” de Salvo el crepúsculo. Cristina Peri Rossi, en Julio Cortázar, hablando de su amigo dice: “Ambos amábamos la poesía. Julio siempre quiso ser poeta, aunque era muy severo con sus poemas. <Por suerte -me escribió una vez- tengo una idea muy clara del lugar que ocupa mi canasto de papeles, y sólo acepto de los poemas que escribo muy pocas cosas, cada vez menos>”. (2001: 45)
2.Octavio Paz nos ha legado su pensamiento en libros como Los hijos del limo o Los signos en rotación. Jorge Luis Borges es un ejemplo de reflexión metaliteraria en toda su obra. Ernesto Sábato, por su parte, muestra su lucidez en Hombres y engranajes y El escritor y sus fantasmas.
3.En Peri Rossi, Cristina (2001: 46) podemos leer: “El primer libro que Julio me regaló fue un enorme manual de la adivinación, en francés. Volví de mi viaje a París con el mamotreto encima, preguntándome, con curiosidad, por qué había elegido justamente ese libro. A medida que lo fui conociendo más, me di cuenta de que una de sus afinidades con los escritores románticos y surrealistas era su curiosidad por las disciplinas oscuras (me niego a llamarlas ciencias ocultas), justamente porque no rechazan la fantasía, ni el misterio, ni el azar, esa manera que tiene el destino de manifestarse.”
4.Scholz toma la idea de “l’homme revolté” de Camus como hombre en el que inconformidad social y existencial se conjugan.
5.Casi en todas las conversaciones y diálogos registrados (Prego, Picon Garfield, González Bermejo, Goloboff, Soler Serrano, etc.) se habla de poesía, ante lo que Cortázar se muestra interesado. Cf. Picon Garfield, Evelyn, Cortázar por Cortázar (1978: 42)
SELECCIÓN DE POEMAS
Para esta selección tomamos como referencia el volumen Poesía y poética. Obras completas IV (Opera mundi. Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores, Barcelona. 2005) que recoge la práctica totalidad de la poesía de Julio Cortázar.
Cinco últimos poemas para Cris, I
Ahora escribo pájaros.
No los veo venir, no los elijo,
de golpe están ahí, son esto,
una bandada de palabras
posándose
una
a
una
en los alambres de la página,
chirriando, picoteando, lluvia de alas
y yo sin pan que darles, solamente
dejándolos venir. Tal vez
sea eso un árbol
o tal vez
el amor.
(2005: 156)
Álbum con fotos
[Edición 1967, d.C.]
La verdadera cara de los ángeles
es que hay napalm y hay niebla y hay tortura.
La cara verdadera
es el zapato entre la mierda, el lunes de mañana, el diario.
La verdadera cara
cuelga de perchas y liquidación de saldos, de los ángeles
la cara verdadera
es un álbum que cuesta treinta francos
y está lleno de caras (las verdaderas caras de los ángeles):
la cara de un negrito hambriento,
la cara de un cholito mendigando,
un vietnamita, un argentino, un español, la cara
verde del hambre verdadera de los ángeles,
por tres mil francos la emoción en casa,
la cara verdadera de los ángeles,
la cara verdadera de los hombres,
la verdadera cara de los ángeles. (2005: 508)
Matemática elemental
Piense un momento: en Chile, hasta hace pocos días.
¿A quién mataban o asesinaban como bestias?
¿Qué libros quemaban?
¿Quién, por miedo, tenía que dejarse la barba y el pelo largo?
¿Qué casas de escritores y de artistas
recibían pedradas, quién robaba los cuadros
y destrozaba los muebles?
Piense un momento; se cumplían tres años
y en ese largo tiempo, ¿a quién asesinaron, golpearon o vejaron?
¿Quiénes, piénselo bien, tuvieron
una paciencia tan increíble
frente al insulto y al desborde y la amenaza
de opositores ensoberbecidos,
de chacales de fuera y de entrecasa?
A un dios desconocido
Quienquiera seas
no vengas ya.
Los dientes del tigre se han mezclado a la semilla,
llueve un fuego continuo sobre los cascos protectores,
ya no se sabe cuándo acabarán las muecas,
el desgaste de un tiempo hecho pedazos.
Obedeciéndote hemos caído.
-La torre subía enhiesta, las mujeres
llevaban cascabeles en las piernas, se gustaba
un vino fuerte, perfumado. Nuevas rutas
se abrían como muslos a la alegre codicia,
a las carenas insaciables. ¡Gloria!
La torre desafiaba las medidas prudentes,
tal una fiesta de estrategos
era su propia guirnalda.
El oro, el tiempo, los destinos,
el pensar, la violenta caricia, los tratados,
las agonías, las carreras, los tributos,
rodaban como dados, con sus puntos de fuego.
Quienquiera seas, no vengas ya.
La crónica es la fábula para estos ojos tímidos
de cristales focales y bifocales, polaroid, antihalo
para estas manos con escamas de cold-cream.
Obedeciéndote hemos caído.
-Los profesores obstinados hacen gestos de rata,
vomitan Gorgias, patesís, anfictionías y Duns Scoto,
concilios, cánones, jeringas, skaldas, trébedes,
qué descansada vida, los derechos del hombre, Ossian,
Raimundo Lulio, Pico, Farinata, Mio Cid, el peine
para que Melisendra peine sus cabellos.
Es así: preservar los legados, adorarte en tus obras,
eternizarte, a ti el relámpago.
Hacer de tu viviente rabia un apotegma,
codificar tu libre carcajada.
Quienquiera seas
no vengas ya.
-La ficción cara de harina, cómo se cuelga de su mono
el reloj que puntual nos saca de la cama.
Venga usted a las dos, venga a las cuatro,
desgraciadamente tenemos tantos compromisos.
¿Quién mató a Cock Robin? Por no usar
los antisudorales, sí señora.
Por lo demás la bomba H, el peine con música,
los detergentes, el violín eléctrico,
alivian el pasaje de la hora. No es tan mala
la sala de la espera: tapizada.
– ¿Consuelos, joven antropólogo? Surtidos:
usted los ve, los prueba y se los lleva.
La torre subía enhiesta,
pero aquí hay Dramamina.
Quienquiera seas
no vengas ya.
Te escupiríamos, basura, fabricado
a nuestra imagen
de nilón y de orlón, Yahvé, Dios mío.
(Salvo el crepúsculo, 2005: 107-108)
Las leonas de Delos
(fragmento III de “GRÈCE, GRECIA, GREECE 59”)
No sé qué es la belleza; esto es hermoso,
la lenta mordedura de la rosa en el tiempo. Sol de Delos
con ceñidor de kinesiólogo: a tirarse gritando en lo desnudo, a abrir
cada ventana sobre la carne libre, entre las leonas,
su exasperante guardia de arpías agoreras
y al pie el puerto romano, los baños polvorientos y las ranas
trizando hasta la náusea el fondo de la fuente de Meroé.
(De noche el miedo, una linterna equívoca, columnas,
let’s go back now, it’s getting late. Ever heard about the Panic horror?
They’ll have it that some prowling shape
Starts looking for a prey at midnight, and -Merci, je fume des blondes,
Vous savez, c’est plus doux, et puis, l’humidité des lieux sacré…
C’est connu. Let’s go back for a drink. Not bad, the local stuff.
Te he buscado en la cima, en tu cuna de altura,
rubio señor del día, sabiendo que no estabas.
Contador Geiger: radioactividad, 40. (Tres aviones a chorro
Pasan sobre Andros, Tinos, Paros, Hydra, Míkonos,
Santorín, Cabo Súnion. Tres aviones, un vuelo
de reconocimiento. Ningún dios, todos muertos, nada que señalar.)
Así, de Leto abriéndose en la cima con su dolor radiante entre los muslos,
¿no quedarán las huellas en esta tierra roja,
en el silencio donde raspa un grillo,
en el bruñido mar del mediodía?
Como un rechazo de la tierra seca, oh no te vayas,
como un puño de mármol en la cara, ávida boca eterna,
dialéctica de Delos: Huye, quédate,
no hay dioses, todo es triste alfarería
y una playa mediocre, la resina en el vino, un perro
aullando en la veranda (las postales, dos dracmas, en la sala),
¿qué es este ritmo de altas nubes rotas,
el negro mar temblando en las columnas,
la procesión perfecta del vacío?
Máscara de isla, hueco tambor quemándose: no te vayas, viajero,
Reconóceme, encuéntrame, I was a God, a radiant King,
Golden Apollo! (2005: 212-213)
Crónica para César
Y levantarás una gran ciudad
Y los puentes de la gran ciudad alcanzarán a otras ciudades
como la peste de las ratas cae sobre otras ratas y otros hombres
Todo lo que en tu ciudad esté vivo proclamará tu nombre
y te verás honrado
alabado y honrado
y tú mismo dirás tu nombre como si te miraras al espejo
porque ya no distinguirás entre los adoradores y el ídolo
Probablemente serás feliz
como todo hombre con mujer como todo hombre con ciudad
probablemente serás hermoso
como todo ídolo con piedra en la frente
como todo león con su aro de fuego corriendo por la arena
y levantarás una torre
y protegerás un circo
y darás nombre al séptimo hijo de las familias trabajadoras
No importa que en la sombra crezcan los hongos rosados
si el humo de las fábricas escribe tus iniciales en lo alto
El círculo de tiza se cerrará
y en las cavernas de la noche acabarán de pintar las imágenes protectoras
De hoy en adelante serás el sumo sacerdote
de mañana en mañana el oficiante de ti mismo
Y levantarás una gran ciudad
como las hormigas diligentes exaltan sus pequeños montículos
y harás venir la semilla de Rumania y el papel de Canadá
Habrá una loca alegría en las efemérides
y en el retorno de los equipos victoriosos
Todo esto no pasará de los límites de tu cuarto
pero levantarás una gran ciudad
de mediodía a medianoche
una ciudad corazón una ciudad memoria una ciudad infamia
La ciudad del hombre crecerá en el hombre de la ciudad
y se protegerán los unos de los otros
las sombras de las sombras
los perros de los perros
los niños de los niños
aunque las mujeres sigan tendidas contra los hombres
y clamen los pacifistas en las esquinas
Creo que morirás creyendo
que has levantado una ciudad
Creo que has levantado una ciudad
Creo en ti
en la ciudad
Entonces sí
ahora que creo
entonces sé que has levantado una ciudad
Ave César
(Salvo el crepúsculo, 2005: 205)
EL POETA no necesita héroes
El poeta no necesita poetas
Como siempre, querellas de palabras:
Héroe y poeta son lo mismo, el Che o Rimbaud,
Su tarea es la ola de la vida en el instante
En que rompe contra el dique del tiempo
Y lo destroza. (2005: 694)
Ganancias y pérdidas
Vuelvo a mentir con gracia,
me inclino respetuoso ante el espejo
que refleja mi cuello y mi corbata.
Creo que soy ese señor que sale
todos los días a las nueve.
Los dioses están muertos uno a uno en largas filas
de papel y cartón.
No extraño nada, ni siquiera a ti
te extraño. Siento un hueco, pero es fácil
un tambor: piel a los dos lados.
A veces vuelves en la tarde, cuando leo
cosas que tranquilizan: boletines,
el dólar y la libra, los debates
de Naciones Unidas. Me parece
que tu mano me peina. ¡No te extraño!
Sólo cosas menudas de repente me faltan
y quisiera buscarlas: el contento,
y la sonrisa, ese animalito furtivo
que ya no vive entre mis labios.
(Salvo el crepúsculo, 2005: 199)
Resumen
Miraré muchos días la celeste calandria y el río
que felizmente fluyen sin preguntar su nombre ni su origen
y contemplan sin prisa nacer lunas y puentes
desde sus ojos que olvidan pronto las imágenes.
Entonces volveré sumiso
a interrogar los espejos que replican mi pausa,
y estaré como nunca al borde de esa estrella
que para todos tiene la sedosa escalera
y resume en un punto final las cosas y su danza. (2005: 457)
Encargo
No me des tregua, no me perdones nunca.
Hostígame en la sangre, que cada cosa cruel sea tú que vuelves.
¡No me dejes dormir, no me des paz!
Entonces ganaré mi reino,
naceré lentamente.
No me pierdas como una música fácil, no seas caricia ni guante;
tállame como un sílex, desespérame.
Guarda tu amor humano, tu sonrisa, tu pelo. Dalos.
Ven a mí con tu cólera seca de fósforos y escamas.
Grita. Vomítame arena en la boca, rómpeme las fauces.
No me importa ignorarte en pleno día,
saber que juegas cara al sol y al hombre.
Yo te pido la cruel ceremonia del tajo,
lo que nadie te pide: las espinas
hasta el hueso. Arráncame esta cara infame,
oblígame a gritar al fin mi verdadero nombre.
(Salvo el crepúsculo, 2005: 203)
_________________
*Andrés García Cerdán (Fuenteálamo –Albacete–, 1972) es Doctor en Literatura por la Universidad de Murcia y profesor en la UCLM. Ha publicado, entre otros, los poemarios Los nombres del enemigo (Editum, 1997), La cuarta persona del singular (ERM, 2002), Curvas (Celya, 2009), Carmina (Nausícaä, 2012), La sangre (Valparaíso, 2014), Barbarie (Adonáis, 2015), Puntos de no retorno (Reino de Cordelia, 2017) y Defensa de las excepciones (Visor, 2018), así como la antología Satisfaction (I can’t get no) (Col. Iletrados, 2016).
Como teórico de la literatura, es autor del estudio El árbol del lenguaje. Sobre la poesía de Julio Cortázar (Visor, Biblioteca Filológica Hispánica, 2021) y del antiensayo La muerte del lenguaje. Para una poética de lo desconocido (2018). De próxima aparición, El glamour y el caos indaga en los límites y las formas de la poesía contemporánea, de Anne Sexton a Juan Andrés García Román.
En el ámbito de la poesía, su obra ha sido reconocida con los premios internacionales San Juan de la Cruz, Barcarola, Ciudad de Pamplona, Alegría o Hermanos Argensola.
Igualmente, ha sido co-director del Encuentro del lenguaje de la UCLM, de las ediciones de Oh Poetry! Albacete y del Festival Fractal Poesía y fundador de revistas como Thader, Los deseos o Magia verde. Ha seleccionado las muestras de poesía contemporánea El llano en llamas (2012) y El Peligro y el Sueño(2016), con frontispicio de Antonio Gamoneda. Es colaborador habitual de Quimera, Jot Down, Turia, ABC Artes y Letras, Epicuro o El coloquio de los perros. Gestiona el blog Boogie Woogie.
Con el proyecto de poesía eléctrica The Rimbaud Company ha editado los discos Der Traum (2018) y Tyson (2020).