Vittorio Sereni

Años después

 

 

(Traducción al español de Emilio Coco)

 

 

 

 

CONCIERTO EN EL JARDÍN

 

A estas horas

riegan los jardines en toda Europa.

Un ronco torbellino de salpicaduras

reúne a los niños guerreros,

retumba en sonidos de aguas

hasta este banco en la sombra.

 

Abanica a los niños que combaten

en el jardín, se arremolina;

sonido suspendido en gotas

instante

te reflejas en el verde sombrío;

torpedos blancos y rojos

estallan en el asfalto del Avus,

los trenes corren hacia el sureste

entre campos de rosas.

 

Desde este banco en la sombra

escucho los gruñidos de la bomba de agua:

en ritmos de gotas

mi tiempo se armoniza.

 

Ya silban los trenes al llegar.

 

Se ha ahogado en el calor

el concierto de la vida que varía

en extremas girándulas de agua.

 

 

 

 

LAS MANOS

 

Estas manos tuyas en defensa de ti:

me hacen sombra en la cara.

Cuando lentas las entreabres, allí enfrente

la ciudad es aquel arco de fuego.

Sobre el sueño futuro

serán persianas rayadas de sol

y habré perdido para siempre

aquel sabor a tierra y a viento

cuando volverás a tomarlas.

 

 

 

 

TERRAZA

 

Imprevista nos coge la tarde.

Ya no sabes

dónde el lago termina;

tan solo un murmullo

roza nuestra vida

debajo de una terraza pénsil.

Estamos todos suspendidos

a un tácito evento esta tarde

en aquel radio de torpedero

que nos escruta, luego gira y se va.

 

 

 

 

AÑOS DESPUÉS

 

La espléndida delirante lluvia se ha calmado,

nos besa con las raras y últimas gotas.

Al volver al aire libre

me están cerca amor y amistad.

Y aquel murmullo, que hasta hace poco imploraba

desde el oscuro porche,

brama a mis espaldas, irrumpe desde mi pasado:

serán rostros inalterados, consabidos,

de aire viejo ahora en ellos cuajado.

¿También los nuestros, entre aquellos de antaño?

Entonces te ruego, no te vuelvas amor

y tú quédate y defiéndenos, amistad.

 

 

 

 

EN MÍ TU RECUERDO

 

En mí tu recuerdo es un tan solo

un crujido de velocípedos que van

quietamente allá donde la altura

del mediodía desciende

hacia el más brillante véspero

entre verjas y casas

y melancólicos declives

de ventanas abiertas al verano.

Lejos de mí, tan sólo

dura un lamento de trenes,

de almas que se van.

Y allá, ligera te vas en el viento,

te pierdes en la tarde.

 

 

 

 

CIUDAD DE NOCHE

 

Inquieto en el tren militar

que te roza tan lentamente

me tiendo a tus luces siniestras

en el suspiro de los árboles.

 

Mientras tú duermes y quizá

alguien muere en las altas habitaciones

y tú te alejas con un rostro

detrás de cada ventana ‒tú misma

un rostro, un rostro solo

que para siempre se cierra.

 

 

 

 

DIMITRIOS

 

A la tienda se acerca

el pequeño enemigo

Dimitrios y me sorprende,

un tenue chillido de pájaro

en el cristal del mediodía.

No tuerce la boca pura

la gracia que pide pan,

no se empaña de llanto

la mirada que el hambre y el miedo

atenúa en el cielo de la infancia.

Está ya muy lejos,

agudo remolino

que se anula en el bochorno,

Dimitrios, por páramos avaros

creíble apenas, apenas

un vivo sobresalto

de mí, de mi vida

vacilante en el mar.

 

 

 

 

Ya no sabe nada, vuela con sus altas alas,

el primer caído de bruces en la playa normanda.

Por eso alguien esta noche

me tocaba el hombro murmurando

que rezara por Europa

mientras la Nueva Armada

se presentaba en la costa de Francia.

 

Le contesté en sueños: Es el viento,

el viento que hace músicas extrañas.

Pero si tú fueras verdaderamente

el primer caído de bruces en la playa normanda,

reza tú, si puedes; yo estoy muerto

en la guerra y en la paz.

Esta es ahora la música:

la de las tiendas que chocan contra los postes.

No es música de ángeles, es mi

única música, y me basta.

 

 

 

 

FIJEZA

 

Desde mí hasta aquella sombra en vilo entre río y mar

sólo una franja de existencia

a contraluz desde la desembocadura.

Aquel hombre.

Remienda redes, vuelve a pintar un casco.

Cosas que yo no sé hacer. Nombrarlas apenas.

Desde mí hasta él nada más: una fijeza.

Todo lo que excede se va a otro lugar. O se apaga.

 

Vittorio Sereni Nació en Luino (Varese) en 1913 y murió en Milán en 1983. En 1925 su familia se trasladó a Brescia, donde realizó los estudios medios y ... LEER MÁS DEL AUTOR