Mi primer reino y otros textos
Mi primer reino
A Jorge Pimentel
Bebe tranquilo hijo de
Shih Huang Ti
Tu muro es una línea recta con una sola dirección
Tu reja te destaca
como un animal que se observa
Tu riqueza
(así como tu rebeldía)
se calcina frente a tus ojos
Los caracteres siempre te serán negados
Bebe de la mano del filósofo
él sabrá qué hacer
Tu ejército de monos
así como tus concubinas
no soltaron gota de sangre o gemido sino hasta el final
Tu captor desde el exilio maldice su nostalgia
lo que solo puede delatar admiración
Bebe tranquilo hijo de
Shih Huang Ti
Esta piedra ha sido endurecida para ti
La historia parece haber sido destruida
en tu defensa
Esta muralla se erigió para protegerte
Se quemaron todos los libros
pensando en tu cautiverio
Y esta noche
revelas a su oído
tu inesperada
libertad
como un traidor
La ciudadana K.
A Diego Maquieira
¿Quién eres realmente, K.?
Un ángel con dos alas cual defectos
O apenas una muchacha sin suerte que aprendió a volar una madrugada
Traduces mi gesto al dialecto del silencio
Tomas cada palabra de la mano y la pierdes en tu sexo
Tu afecto es un sinsentido que se escurre entre tus llagas y lo que muere
Mi palma cree aprehenderte
Pero es tu sudor el que extravía mi tacto ciego
Nada puedo decir de ti
Ni de tus pies desnudos
Porque mi lengua traba tu sonido en cautiverio
¿Quién eres realmente, K.?
Apenas tu revés sordo
Acaso mi única virtud
Espalmada en mi regazo
No puedo sino olfatear tus alas húmedas para librar con lo oscuro
Lames tus plumas
Como si despreciaras tu especie
Y yo no te traicionaré llorando hasta que termines
¿Quién eres en verdad, ciudadana K.?
Una muchacha que ha descifrado los triángulos del aire
O la venganza de ese cuervo con el corazón destrozado
Que mira tu sombra esclava
Y la desea para sus crías
Excusa cada lastre de mi duda
Porque cada pregunta consume más tu luz
Dice tu mutismo que la ceguera es mi canto
Y yo no puedo sino oler tus alas sucias de rocío
Un par de estropajos para limpiar el hedor del cielo
Mi propósito de ser un pájaro ciego
Que remede tu extravío al estrellarse
Y ascienda como una de tus plumas
Silentes
Libres
Solas
Uquira
A los nísperos de Coayllo
Opto por beber del cántaro la leche materna
Y adormecer mi arrullo con mi propia mano
Opto por bendecirme en el sonido destructor
Por morder el seno expuesto
Opto por optar
Y masticar vegetales
Que le hacen bien a mi destrucción
Y ¿qué es un diente sin el lóbulo ni la oreja?
Y ¿qué es un cántaro sin un ángel de Jericó?
Y ¿qué es un arrullo sin tu mano jadeante?
Y ¿qué es tu sonido sino otro vientre?
Opto por beber del cántaro la leche materna
Por suturar el seno expuesto
Y callar
Mi amigo Quyuan
Me llevaron a conocer el templo de Quyuan
Los peces que se comieron su cuerpo
Dejaron de él solo algunas cartillas amarillas
Se explica ahí que no dudó en arrojarse al río
Con la finalidad de jugar con su muerte
Se le recuerda con un pincel y una túnica
Raídos hasta hacer notar su pena
Desahuciado en la profundidad con cierta estética
Su cabeza tocó fondo y se iluminó
Sus ojos definieron que tras el abismo solo habitan abismos mayores
Suenan en el templo tambores para recordarlo
Quyuan los ignora
Porque incluso el ombligo de la concubina ajena no es lo importante
Un héroe
Siempre debe ser castigado
En su ridícula ciudad
Ubicada entre montañas que los pájaros y los dictadores evitan
Se envuelve en hojas verdes el arroz avinagrado
Que los campesinos arrojan al río cada junio hace cientos de junios
Para que los peces no se sigan comiendo su cuerpo
Se recuerda un sacrificio, pero también una broma
El orgullo de un poeta no debe tomarse en serio
Un héroe
Debe ser castigado
Siempre
Y mejor si es con el olvido
Y la digestión
Mi maestro
A Renato Sandoval
Si mi maestro muriera
Yo no sabría qué hacer
Ya he ido a ese país
Del otro lado del mundo
donde encarga buscar lo que se ha perdido para siempre
Y de vuelta
En el sin propósito
he aprendido la lección.
He sido heredero temprano de su técnica
Basada en la angustia y la sugestión
Y adquirido como oficio el silencio y la inclinación por lo perfecto
Aun así, golpea mis mejillas cuando olvido pasajes y nociones obvias
Y para educarme sin humillación, inventa metáforas sobre la luz
que tardo en comprender
Dice de mí que soy su mejor alumno y acaso lo sea por ser el único
Mi maestro sabe de mis problemas y limitaciones
y con ternura los encubre para resolverlos una vez que lo principal
haya sido aprendido.
Me preocupa qué pasará con su legado
Y que a pesar del tiempo
Yo todavía no prescinda del hambre, el deseo o la esperanza
Si mi maestro muriera ¿cómo podría dejar de excitarme cuando olfateara
limones frescos,
como su agobiado corazón desea?
Mi cabello aún no es suficientemente largo y mi barba no alcanza
siquiera el pecho
Si mi maestro muriera parte de mí se haría libre:
“La libertad es un eufemismo de la memoria, la esclavitud una expresión
del olvido”,
dijo una vez subiendo esta colina
Mi maestro sabe que una vez hui
Y teme que cuando muera lo haga de nuevo
Le preocupa que un día sucumba al deseo de las viudas
A los endeudamientos de la política
Si mi maestro muriera un día,
Me dedicaría
A olvidar las formas hasta ignorarlo todo
Igual que él
Quizá entonces me acerque a esa inmortalidad testaruda
Que tanto daño le ha hecho
Dragón de los Palmares
La muerte de un dragón no debería importarle a nadie
Y a nadie importa.
Su sangre azul se coagula con el polvo que explota de las grietas de su cuello
Sus ojos vacíos
Como dos parricidas errantes
Interpretan el sueño de lo que ha dejado de doler
De caer eviterno
Su tumba es el abismo destinado para sí
El héroe que rebana
Busca el ángulo más accesible de su médula
Pero no hay ninguno
Y cada capa
Cada vértebra lucha por no terminar su historia de esa manera
Su muerte es esa última batalla
Que no debiera importarle a nadie
Y a nadie importa
Su olvido es ese torpe murmullo
Que pretende perseverar
su lucha
su vida
(Inéditos)