¿Ya hablé de la muerte?
Dónde estará lo que sigue
me pregunto
mientras lo que quedó atrás
se parece
a un barril sin fondo
en el que es imposible buscar
un indicio para este futuro
que viene cabalgando lentamente
como una flecha de esas
que siempre van a dar en el blanco
aunque hagan un trayecto sinuoso
que a los ojos de ciertos ingenuos
puede parecer
errado.
*
Fuera de padres, desmarida
vino en un cuarto ambulatorio
de canto a esta moneda ajena
gasto el calefón en su rugido
quedada matriz de la heladera
acaso me enfríe de mi casa y voy
a tironear, si escribo, de los hilos
que en la maraña enlazan a mis hijos.
*
Estoy lista. En aviso de regreso
voy a liar los versos al paquete.
Aflojo el metro, nudo de lo dicho
y envío su retorno como carta.
Hasta aquellos cincuentas marineros
una postal les llegue, una noticia
el hilo arrugado en la memoria
el ojo que enhebre esa miopía. Pues
no me leen, los muertos, mis
abuelos.
*
Lo que empieza donde termina
Para armar un libro hay que hacer
como las modistas que cosen
siempre del lado de adentro
y cuando dan vuelta la tela esas costuras
que ellas trabajaron confiadas
desaparecen para dejar ver
un aceptable
lado de afuera.
*
¿Ya hablé de la muerte?
murió mi hermano
murieron mis padres
murió el padre de mis hijos
tantos amigos murieron
y dije y digo que no están más.
¿Eso es hablar de la muerte?
Dejé anotado que se fueron
Les dediqué libros los nombré
por sus nombres me anoticié
de que nadie me contestaba.
¿Eso es hablar de la muerte?
Ensayé todo lo que pude
insistí con estribillos ajenos
“debajo estoy yo” “debajo estoy yo”
pero Pizarnik ya había nacido
enterrada Alejandra Alejandra
se hizo llamar desde chica
y eso sí que es hablar de la muerte.
Yo solamente la cito
porque nací en una generación
y eso no es hablar de la muerte
si el cuerpo camina solo
plegarse con otros al paso del tiempo
es un deporte literario:
“La muerte y la vida estaban
En un cuaderno a rayas”.
*
No puedo narrar.
¿Qué pretérito me serviría
si mi madre ya no me teje más?
Desmadrada entonces me detengo
ante un estado de cosas demasiado presente:
ser la descuidada que la cuida
mientras otros la descuidan por mí.
Son personas que me sobran
y la gramática se torna un escándalo
cuando ella que olvidó las palabras
adelanta su bebé furioso
con el fin de decirlo todo
aunque no se entienda nada.
*
Del otro lado del dormitorio familiar
fijo como una roca al espacio inhóspito del desalojo
ahí, más allá de los retratos de abuelos
señalando esa almohada que ya nadie usa
pegado a las valijas que esperan de pie
ahí es donde crece el fantasma del asilo
que espera paciente a mi madre para volverse real.
En puntas de pie entramos a espiarlo
detrás de un olor hay otro olor hay otro olor hay otro olor
y todavía más atrás de un quejido un ruido avanza
son sillas de ruedas que caminan solas
los desnudos y los muertos ponen el freno de sus sondas
a disposición de las enfermeras
alguien tiende la cama con fruición de sepulturero
en la sala de kinesiología inmovilizan a los inválidos en zapatillas
no encuentro la salida aunque las flechas la indican a cada paso que no doy
no la dejemos no la dejemos acá decimos a coro con mi hermana
que ella nos cuide, que ella nos proteja de lo que le toca
consolanos mamá de tu propio sufrimiento
porque el gasto de tu vida nos ahuyenta
poniéndonos como locas al borde de la salida
aunque la flecha que la señala ya atravesó tu cuerpo
y ahora todo lo que nos espera es una entrada
marcha atrás por el túnel de tu deterioro
ese que desde el primer parto programado
hasta el punto muerto de la última cesárea
va expulsándote sola suelta de tus propias hijas
afuera más afuera muchísimo más afuera todavía
de nuestro primer hogar.
*
Esto no lo conté nunca a ninguno de los analistas:
en el colegio primario judío veíamos todos los años
la misma película de los campos de concentración nazi
esa donde unos cadáveres vivos cavan la fosa
después tiran adentro los huesitos de sus muertos
y después todavía son obligados
a empujarse a sí mismos suicidados por otros
que los fusilan para que de tan livianos caigan
sin comerla ni beberla.
No sé pero todavía hoy cuando un taxista dice
algo sobre los judíos me callo
no vaya a ser que por el espejo retrovisor descubra
que yo también estoy al borde de esa fosa.
Por eso no opino por eso me escondo
detrás de la primera persona.
*
Soñé con Arturo Carrera
es un amigo de mi generación literaria
me susurraba en italiano palabras al oído
era excitante.
Usted puede viajar a Italia a ver si ahí encuentra el amor
interpreta la analista buscando que acabe
la novela de mi vida para que por fin empiece
su realidad.
Arturo no era Arturo porque nunca
en los sueños los que vemos son los que vimos
y de mi generación literaria el pasado me impone
complicidades guiños contraseñas
que los que no estuvieron ahí
nunca entenderán.
Eso me obliga a hacer siempre el mismo recorrido:
psicoanálisis, literatura, teoría, política…
y aunque muchos jóvenes se fascinen con nuestra época
es un hecho que nosotros
tenemos la cabeza quemada.
*
“Escupamos quieres realmente/ sobre aquello que/ hemos amado”
dicen unos versos de Louis Aragon
que repetíamos a los 20 como un mantra.
Usted se desenamoró del amor repite ahora mi analista
como diciendo vuelva a ilusionarse vuelva a creer
que el asma tiene cura porque si no
no va a poder curarse de la poesía no va a poder lograr por fin
alguna inspiración.
*
Yo a esta altura de mi vida
me siento obligada a ser clara
aunque nada ni nadie me lo pida.
En un poema de 1986 me puse oscura
para decir algo que ahora
diría de otra manera.
Transcribo parte de ese poema con el único fin
de poder usar de nuevo sin avergonzarme
la palabra sujeta:
“Se interna sigilosa la sujeta
en su revés, y una ficción fabrica
cuando se sueña”.
Para mí lo urgente a esa edad era
graduarme de mí misma retener
como diploma de adulta mi nombre propio
en una celda impersonal.
Para eso tuve que recurrir a la tercera persona
como si en verdad los sueños de la otra
los pudiera descifrar Tamara.