El llamado atemporal
Heridas
El alma tiene fosos profundos
heridas insuturables
marcas de anomalías incurables.
Confundidas están
en un compendio de refranes de consuelo.
en sesiones de terapias reflexivas;
en romances cortos que lo llenaban todo.
Poseen época para florecer,
y otras para desaparecer.
Tímidas y discretas durante su reposo,
donde dejan maduras flores de alegría;
fortalecen castillos de personalidad
inquebrantables;
alimentan pactos de amor
indelebles otra vez.
Luego, la tempestad
la irrenunciable maldición
de la melancolía.
Las heridas vuelven a abrirse,
el fluido vuelve a esparcirse.
El alma tiene fosos profundos,
heridas insuturables,
marcas de anomalías incurables.
(De Ventana opuesta, 1993)
Puede
Si quisieras explorar
mi accidentada geografía
hallarías más de tres regiones.
Estoy lastimada
en mi superficie
pero en mis entrañas
podrías hallar
algo más valioso
que un tesoro.
Mis elevadas montañas
no son gélidas
en sus copas,
un rayo de tu sol
derretiría su insolente capa
y verías mi fresca piel.
Mis desiertos
no son tan silenciosos
ni estériles,
aguardan precavidos
una estación propicia
para demostrar
su potencialidad.
Puede que la sequía
haya envejecido
prematuramente
mis tierras;
puede que el aguacero
haya perforado
mi faz.
Pero la espera
de un clima benigno
puede prodigar
vida a mi feneciente
ecología.
(De Alas de acero, 2001)
El llamado atemporal
Te asomarás a la ventana
como antes
(pero esta vez sin empinarte)
a pedirme
que apague la luna
para poder dormir.
Voltearás a mirarme
para que apoye tu deseo
y levantarás tu dedo
(a modo de varita mágica)
para desactivar la voluntad
del satélite emotivo.
Noche petróleo donde
no adivines las caras
de tus monstruos
más temibles
ni sientas el roce
del manto de tus fantasmas,
todos habrán huido raudos
a mirarse las manos desteñidas
en lagunas oculares.
Tu cabeza, nido de cóndores,
en reposo sobre mi brazo,
apaciguará sus remolinos
en la certeza
de que no hallarás
en tu vuelo onírico
la turbulencia
de los miedos.
Volverás al Colca,
ígnea trasmutación
donde coinciden adrede
los tiempos que ya fueron
y las instancias del ahora.
Y escucharé tu voz,
trino de ingenuo mandato:
«Mamá, tiz a la luna».
El espacio cuántico de la ternura.
(De El ecosistema de las hormigas, 2019)
Vida
Simples marionetas
colgando de las nubes;
somos en este paisaje
color ausencia
donde resalta el cielo,
plomo de la inconsciencia.
Eso es lo que ellos ven
en este caos atmosférico
de silbidos, soplidos y caprichos.
Las tijeras destino recorren
la línea de puntos.
Recortan lo que sobra,
la membrana de los imprevistos.
No pueden salirse de la ruta,
transponer lo marcado.
Pero los accidentes ocurren,
los hilos se pueden cortar
a la menor distracción,
y precipitarnos a lo desconocido:
de lo que no queremos saber.
Mientras eso temes
y no lo comentas,
te entretienes con el concierto desafinado
de los elementos.
Te dejas llevar
por el ruido convertido en música,
porque tu salud mental lo requiere,
Inventas una coreografía a tu medida,
te sientes un carrillón oriental
de cuentas brillantes, armonioso y espiritual.
Quieres rezar y no te sale.
Sientes libertad en tu rebeldía.
El impacto con el otro
te hace más humano.
Compartida soledad
de las partes.
¡Ay, el dolor que iguala y equilibra!
Las tijeras destino han avanzado
más de lo debido…
(De El ecosistema de las hormigas, 2019)
Y te fuiste
El polvo cubre la ventana
Despejo soplando
Cierro los ojos
La Navidad es recuerdo
Tanto como el verano
que se fugó contigo
Me dicen que el tiempo
no se detuvo por mí
Que mi soberbia es incomprensible
Permito que comenten
Son libres de hacerlo
Y lo que pienso sobre ellos
me lo reservo
con un deliberado mutismo
Les afecta mi espera apacible
La resistencia al olvido
El desperdicio de juventud
Tampoco aspiro a su voluntaria
comprensión
La gente opina y se ensaña adrede
Amonestan cual dioses griegos
con una autoridad profana
que no admite humanidad
La impaciencia sacude sus almas
bajo ese manto de empatía fingida
Les soy incómoda, mucho, muchísimo
Aspiran a que la normalidad se restablezca
Que cada cosa retorne a su legítimo lugar
Al igual que los sentimientos
Sin importar de quién se trate
Entiendo sus razones
Su necesidad de agotar las lágrimas
a urgencia de culminar con el duelo
cambiar los roles protagónicos de mi historia
Los rostros de perenne tristeza
se tornan subversivos
en una sociedad que publicita
la alegría de dientes blancos
la existencia bulliciosa de la calle
con sus especímenes de coreografía exagerada y falsa
y su tendencia a acallar sus voces internas
El vacío es tanto como mi incapacidad para aceptar que hay quienes se van
sin permiso
y no pueden
retornar por voluntad.
(Poema inédito, junio 2020)