R. Leontino Filho

Desde el vagabundeo del tiempo

 

Por Floriano Martins

 

 

FM | ¿De dónde sacas tu creación?

RLF | Desde el vagabundeo del tiempo, esta pieza está montada en el sagrado corazón del arte que, con profusa belleza, se arrastra en las locuras profanas del mundo. Del tiempo, sí, una especie de Dios-niño, con barbas viejas y relucientes que llevan consigo, aquí y allá, tantas astucias. Del Eros-tiempo que se enrolla, en un relámpago, en las reverberaciones, resonancias y destellos de la gracia, como un torbellino, vértigo y magnitud del Ser. Desde la pantalla del tiempo mismo, donde siempre hay algo colgando: una conexión, una farsa, una herida, una excitación, una imagen … una etiqueta, un absurdo, un imperativo, un vínculo, un deseo.

Del tiempo que poética y vívidamente recubre cada palabra y, sin demora, despierta celos, complots, miedos, ansiedades y avaricias. Cualquier palabra que altere las estaciones, las alegrías, los enigmas, las identidades y los estados de ánimo. De la ruidosa palabra coronada por un rayo de luz y llamada poesía. Y, siendo poesía, está entrelazada umbilicalmente con la vida.

Desde el tiempo-vida, esta estampa fuera de cuadratura que se eleva en los furtivos placeres de la existencia; de la pasión con sus templos vaporosos y sus reliquias rotas que socavan el rostro del cuestionamiento en palabras difusas y no explícitas.

De la vida-tiempo que es sonido, música incidental, lanzamiento de eras, múltiples horas desatando pompas y subtítulos iluminadores de idiomas pasados y discursos futuros. De existir así: inyección de humores que, sin pudor, impregna espacios en el camino en el séptimo día de gracia.

Finalmente, de lo que está por venir y por aprender, siempre con el asombro de la Poesía.

 

 

 

 

Poemas de R. Leontino Filho

 

 

 

 

ANCLA LIGERA

 

los cables que desatan las cerraduras de las puertas

que desbloquean los pestillos de las ventanas

 

los vientos que rugen en las vigas de los tejados

que duermen en los huecos de los sótanos

 

los perfumes que aterrizan en los mosaicos de las habitaciones

que corren en las bandas de los patios traseros

 

las locomotoras que rodean las agonías de los raíles

que maman las alegrías de los durmientes

 

las putas que se sumergen en la sequedad de las miradas

que sufren en la península de los fetos

 

las cabezas que hierven en la paciencia de las retinas

que mendigan en la locura de los tribunales

 

la poesía que se bebe en hilos de vientos y perfumes

la poesía, rosa simple, que brilla en locomotoras, cabezas de putas expuestas

 

la poesía, viento que rompe puertas y ventanas rizando

techos, sótanos y patios traseros de habitaciones en aliento de ahorcado

 

la poesía, cortesana de tristezas, que se bifurca entre rieles, fetos de agonías y gozos

asomando miradas y retinas que rasguean la paciencia imprudente de los tribunales

 

la poesía, encaje blanco, suelta las persianas de las manos

gemidos en las oscuras cicatrices de versos abandonados

 

las amapolas que brillan en el hambre de lenguas

que se desmayan en acres funerarios de ausencias

 

las vulvas que siembran canciones en las migajas de los mitos

que celebran en los burdeles la dulzura cariada de la fe

 

los armarios que revelan visiones en el sobresalto de la memoria

que molestan en la penumbra a los poemas renegados de sangre

 

los amores que entierran la infancia en las casas de la carne

que promulgan lluvias en lánguidas tormentas de adiós

 

la poesía, cultivo árido, mira fijamente amapolas, mitos y se veste de lenguas en el umbral de la fe

 

la poesía, aunque ausente, explora en la carne de los amores el recuerdo de la lluvia

tentadora hambre de vulvas penetradas por cínicos deseos

 

la poesía, piedra en celo, flecha de las reminiscencias que arde en la calma de los infelices en trance,

besa el pecho provisional de la maldición, y sigue, plantada en el monte de las mutaciones

sin sangre, la poesía rompe el monólogo de las madres catedral impura de vicios que riegan las islas

 

en las paredes del éxtasis los lirios escurren, las fantasías que abrazan anclas

pórticos que erigí en horizontes de palabras, mis esculturas en el séptimo umbral del signo

 

una eternidad tan tardía, nupcias de poesía en la casa del hombre en forma final

 

juicio de mis tentaciones

 

 

 

 

 

MURMULLO

 

habitante de las distancias

el hombre recomienda

el amanecer de otras costas

caminatas lentas más allá de los océanos

saborea historias, salmos y reza

en nuevas mañanas

 

señor de tu destino

sigue, con el dios inscrito en la piedra

de las esperas todas

 

este hombre cumple la loca

profecía del destino:

cocinar sueños en una cueva

donde las páginas de luz

(una a una desdibujada por la soledad)

son lágrimas de abandono

expulsadas por la sagrada penumbra

del ángel delirante

 

él mismo

 

 

 

 

 

EL NÚCLEO DE LAS VARIACIONES, SIN LICENCIA

 

¡Y antes, fabular!

Entonces sabes lo que ves.

De hecho, a ciegas.

 

Hace tanto tiempo

todo esto, lo hace.

Mejor no revelar

las mareas

que en la rápida adicción del desorden

pierden los apetitos

desafinando

en zigzag

por querer

la prenda hinchada de los privilegios.

 

Lo hace todo

mucho tiempo, hace.

Mejor no deshacer

el habla

que en el cisma ocluido de la sonrisa

desatan insultos

estallando

en cámara lenta

modestamente

la breve anatomía de los hogares.

 

Tiempo hace tanto

todo esto, hace.

Mejor no vaciar

los márgenes

que en la chillona necesidad del repudio

engordan fotografías

escalando

entre episodios

por piedad

la madura vigilia de los improvisos.

 

Hace tanto eso

hace tiempo, todo.

Mejor no ser testigo

de los naufragios

que en el loco barco de la demora

recolectan licencias

defoliando

en varios huecos

por ejemplo

el asunto póstumo de las astucias.

 

Todo hace tiempo

lo hace, tanto así.

Mejor no investigar

los hechizos

que en el hábito del relieve circunflejo

empujan conversaciones

destilando

en contenido nunca

mucho más allá

la persona carbonizada de los monzones.

 

Hace todo, tanto

tiempo, lo hace.

Mejor no manosear

los arrepentimientos

que en el soberano capricho de la contienda

trivializan gracias

aprobando

en medias verdades

por perdido

el tumulto afortunado de los altares.

 

Hace esto, hace

tanto tiempo, todo.

Mejor no interrumpir

las hilanderas

que en la confabulación insular del error

disparan golpes

hospedando

en palabras-claves

por acres

la mínima mímica de las fábulas.

 

Todo hace tanto

hace tiempo, eso.

Mejor no acosar

los olvidos

que en la soberbia iluminada de la lejanía

barren mansiones

sangrado

en pasillos

por imprudencia

el sinsentido histérico de las cercanías.

 

Tanto mejor

Así no se hace.

Todo a tiempo, clavar

los mensajes

que en la falible lasitud de los argumentos

entreabren cartas

silbando

en pantomimas por celo

la dicción impredecible del galimatías.

 

Ya por nada rendido

¡todo! ¡todo!

Asegurar mejor

las biografías

que en la cáustica indiferencia del mediodía

domestican epitafios

embalando

en diarias

por discordia

la letanía infantil de las sentencias.

 

Desde lejos, nada más que eso.

 

Bajo las bendiciones del caminante

haz, ahora, aquí, en los bordes

de la locura

lo que se necesita, todavía resistir

antes de que venga solo

la cronología rígida

que el tiempo compensa

no tanto de todo

que nunca llega,

mejor así, se va.

R. Leontino Filho (Brasil, 1961). Es poeta y ensayista. Ha publicado los libros de poemas Cidade Íntima (1987/ 1991/ 1999), Semeadura (1988 ... LEER MÁS DEL AUTOR