Juan Gelman

En la fecha

 

  

 

Animal de baldío, memoria, comés pastos que no crecieron más.

 

 

 

El animal

 

Cohabito con un oscuro animal.

Lo que hago de día, de noche me lo come.

Lo que hago de noche, de día me lo come.

Lo único que no me come es la memoria.

Se encarniza en palpar hasta el más chico

de mis errores y mis miedos.

No lo dejo dormir.

Soy su oscuro animal.

 

 

 

 

Mi Buenos Aires querido

 

Sentado al borde de una silla desfondada,

mareado, enfermo, casi vivo,

escribo versos previamente llorados

por la ciudad donde nací.

Hay que atraparlos, también aquí

nacieron hijos dulces míos,

que entre tanto castigo te endulzan bellamente.

Hay que aprender a resistir.

Ni a irse ni a quedarse,

a resistir,

aunque es seguro

que habrá más penas y olvido.

 

 

 

 

Si dulcemente

 

si dulcemente por tu cabeza pasaban las olas

del que se tiró al mar/ ¿qué pasa con los hermanitos

que enterraron?/¿hojitas les crecen de los dedos?

/¿arbolitos/ otoños

que los deshojan como mudos?/en silencio

los hermanitos hablan de la vez

que estuvieron a dostres dedos de la muerte/sonríen

recordando/aquel alivio sienten todavía

como si no hubieran morido/como si

paco brillara y rodolfo mirase

toda la olvidadera que solía arrastrar

colgándole del hombro/o haroldo hurgando su amargura

(siempre)

sacase el as de espadas/puso su boca contra el viento/

aspiró vida/vidas/con sus ojos miró la terrible/

pero ahora están hablando de cuando

operaron con suerte/nadie mató/nadie fue muerto/el enemigo

fue burlado y un poco de la humillación general

se rescató/con corajes/con sueños/tendidos

en todo eso los compañeros/mudos/

deshuesándose en la noche de enero/

quietos por fin/solísimos/ sin besos

 

 

 

  

La victoria

 

En un libro de versos salpicado

por el amor, por la tristeza, por el mundo,

mis hijos dibujaron señoras amarillas,

elefantes que avanzan sobre paraguas rojos,

pájaros detenidos al borde de una página,

invadieron la muerte,

el gran camello azul descansa sobre la palabra ceniza,

una mejilla se desliza por la soledad de mis huesos,

el candor vence al desorden de la noche.

 

 

 

 

Ofelia

 

Esta ofelia no es la prisionera de su propia voluntad

ella sigue a su cuerpo

espléndido como un golpe de vino en medio

de los hombres

su cuerpo estilo renacimiento lleno de sol de

Italia pasa por buenos aires

ofelia yo en tus pechos fundaría ciudades

y ciudades de besos

hermosas libres con su sombra a repartir

con los amantes mundiales

ofelia por tus pechos pasa como un temblor

de caballadas a medianoche por Florencia

tus pechos altos duros come il palazzo vecchio

una tarde iba yo por Florencia rodeado

de tus pechos sin saberlo

era igual la delicia la turbación el miedo

las sombras empezaban a andar por las callejas

con un olor desconocido

algo como tus pechos después de haber amado

eras oscura ofelia para entonces y enormemente triste

una adivinación una catástrofe

un oleaje de olvido después de la ternura

una especie de culpa sin castigo

de furia en paz con su gran guerra

andabas por Florencia con tus pechos yendo y

viniendo por las sombras

con saudade de mí seguramente

tu hombro izquierdo digamos

lloraba a tus espaldas o largaba sus ansias lentas

en el crepúsculo y ellas venían a mi sangre

o eran un temblor como un presagio

gracias te sean dadas ojos míos

gracias narices muchas gracias oídos

con que escucho los ruidos de la ofelia

antes apenas era una ciudad de Italia

sus tiros me llenaban de otra desgracia el corazón.

 

 

 

 

Confianzas

 

se sienta a la mesa y escribe

“con este poema no tomarás el poder” dice

“con estos versos no harás la Revolución” dice

“ni con miles de versos harás la Revolución” dice

 

y más: esos versos no han de servirle para

que peones maestros hacheros vivan mejor

coman mejor o él mismo coma viva mejor

ni para enamorar a una le servirán

 

no ganará plata con ellos

no entrará al cine gratis con ellos

no le darán ropa por ellos

no conseguirá tabaco o vino por ellos

 

ni papagayos ni bufandas ni barcos

ni toros ni paraguas conseguirá por ellos

si por ellos fuera la lluvia lo mojará

no alcanzará perdón o gracia por ellos

 

“con este poema no tomarás el poder” dice

“con estos versos no harás la Revolución” dice

“ni con miles de versos harás la Revolución” dice

se sienta a la mesa y escribe

 

 

 

 

En la fecha

 

Solo de ti, lleno de ti,

esta tarde a las 7,

el ciudadano de tu ausencia

se palpaba la cara, la voz, los papelitos,

de veras comprobando

que tus ruidos andaban por sus huesos

y en general te habías ido.

Golpeó puertas, teléfonos.

La gran ciudad estaba equivocada sin tu pelo,

señora,

y él sentía tirones detrás del corazón.

 

A lo mejor era el tabaco,

de todos modos yo soy otro:

un pedazo de ti,

alguien a quien castigan puertas, ruidos,

teléfonos,

y, andá a saber por qué,

toda la parentela de la muerte.

Juan Gelman (Argentina, 1930 - México, 2014). Poeta y periodista. Sale al exilio en 1976, fijando en México su residencia definitiva. Entre sus libros ... LEER MÁS DEL AUTOR